IV ENCUENTRO VESPREMEÑO, PARQUE NACIONAL DE MONFRAGÜE.

Pues bien, ya hemos celebrado nuestro tradicional encuentro vespremeño en el Parque Nacional de Monfragüe.

El día tal y como habían predicho los meteorólogos, salió nublado y amenazando lluvia, pero quien dijo miedo. . . . .






Como siempre los primeros en llegar a Villareal de San Carlos, los Chicos de la Vera, luego el grupo Plasencia-Béjar-Coria. Cuando estos ponían el caballete de sus Vespas, entraban en la explanada el Sector Cáceres casi al completo.



Tras los saludos de rigor y un ratito de charla, se inicia la marcha en dirección a Torrejón el Rubio, donde nos esperaba el Sector Trujillo, Miajadas, Don Benito, Badajoz y el resto del de Cáceres.







Un tramo de carretera magnifico, para hacer con las vespas- muchas curvitas, buen piso, casi no vimos coches y unos paisajes que aun en invierno no dejan de tener un gran encanto.


Al paso de la comitiva por el Salto del Gitano, fuimos recibidos con gran revuelo por los buitres desde sus dominios.

Llegados a Torrejón, otro montón de saludos a viejos amigos y a otros que nos acompañaban por primera vez.



Café y algún que otro chupito, gasolina para las máquinas y de nuevo en marcha, para Serradilla.








Parada de reunificación y arrancada en dirección Mirabel.

Serradilla y Mirabel se encuentra unidas por una carretera que discurre por la falda de la sierra, con unas subidas bastante largas y empinadas, teniendo a su izquierda, la vista de un gran valle por el que discurre el río Tajo.



El paso por Mirabel se hizo con los consiguientes saludos y curiosidad de los lugareños, y tras un nuevo reagrupamiento, partimos en dirección a la N-630 en busca de una estación de servicio y restaurante, llamados Mirabel.



La llegada tenía sorpresa, ya que al rodear el poste surtidor de la Efitec 95, con nuestras vespas, nos informa el empleado, que no le queda ni gota y que en la dirección a Riolobos-Holguera, no hay surtidores.





Nuestra única opción era dirigirnos al Área de Servicio El Caldero,- distante a tres kilómetros- donde teníamos concertada la comida.

Tras tomar la única decisión viable y repostar, viendo la amenaza de lluvia, muchos tomamos la decisión de aparcar las vespas bajo los techados y meternos en el bar para hacer tiempo hasta la comida, tomando unas cervecitas.

No faltó el grupo de valientes, que a pesar de la grave amenaza de lluvia, no quiso cortar la ruta y salio de nuevo a la carretera consiguiendo estrenar sus monos de lluvia y hacerse un lavado a presión gratuito para ellos y sus motos.

Durante la comida vimos caer agua como si no lo hubiese hecho nunca y tras hacer tiempo tomando café y charlando, paso la nube y afortunadamente nos dejo llegar a nuestras casas sanos y secos.







Gracias a todos por la participación, la puntualidad y ese gran ambiente de camaradería que se respira en estas quedadas, que hace que todo aquel que llega por primera vez, se haga el propósito de no perderse la siguiente.

¡Hasta pronto amigos!